La Honda Big One de Alberto.

*Esta es otra anécdota de mi corta vida motorista que guardo con cariño, pero siempre hay alguna otra que sucede alrededor de uno que hace que emparejada a la original se solape o complemente como en este caso.

Las vivencias flotan en la memoria, uno puede estar a sus vivencias cotidianas y por lo que sea no acordarse de lo que cenó el jueves de la semana pasada, del teléfono del vecino del quinto o del cumpleaños de aquel amigo que hace que no vemos.

El vivir que nos arrastra como un torrente desbocado y no nos salimos del agua ni para volver a zambullirnos.

Hoy en el trabajo un tipo que cree que soy un gran entendido dentro del mundo de la moto (cosa que no es cierta en absoluto, sólo voy en moto y no todo lo que desearía) me dice que por fin se va a comprar una moto.

El hombre lleva dándome la brasa desde hace tiempo con las posibles candidatas más dispares y anacrónicas. Me dice feliz: — ¡Ya tengo la moto adecuada Ramón!… una Yamaha TDM y me voy a buscarla a Albacete.

A mi la verdad es que la vida y obra de ese señor me la trae al pairo, pero tirando de oficio es fácil asentir y dejar la mente en “standby” entrando por una oreja y saliendo por la otra. Y le veo alejarse con una mochila y el casco hacía el taxi que le llevará hasta la estación de tren. Hasta ahí una situación de lo más normal.

Por la tarde azorada su esposa me cuenta que el “bisnes” de la moto no salió bien, que estaba muy perjudicada de mecánicas y no hubo trato, su marido perdió el último tren y que no había manera de volverse a Valencia ni siquiera haciendo dedo, es lo que tiene una pandemia y sus protocolos de seguridad.

Entonces me vino a la mente cuando Alberto un buen amigo en plena crisis de petróleo tras vender su Honda CB 1000 Big One porque decía que consumía mucho y el seguro era caro; tiempo al tiempo le pudo la añoranza y nos sorprendió buscando “Bigsgüan” por toda la piel de toro.

Eran los primeros tiempos de internet y la página de Milanunucios causaba furor y él tenía dos cosas: tiempo libre y constancia.

Sin comerlo ni beberlo acabamos haciendo varios viajes a Cataluña en coche. Y con entusiasmo se apuntó otro buen amigo: Tony KZ, que dijo de hacer de chofer. Yo por aportar algo llevé música e hice de disc-jockey y a veces animador de viaje (cambiar los CD y cascar para que el otro no se durmiera). Allí nos fuimos los tres elementos, en una “road movie” particular.

A la primera fuimos hasta Villanova y La Geltrú, estaba en una tienda-taller y la pobre tenía demasiado óxido para mi amigo, nos volvimos cabizbajos. La segunda moto se encontraba en Barcelona ciudad, este había quedado con el tipo que la vendía en una gasolinera cerca de Montjuic, cuando la vi no me dejó indiferente estaba muy personalizada y la matricula era de Albacete, pero tampoco hubo trato y regresamos, al menos esta vez tuve la suerte de ver parte del trazado del mítico circuito.

El amigo Alberto aseguraba que había una flota de Hondas de aquellas en Pamplona según la página y entre risas nos imaginamos un subterráneo debajo de la plaza donde hacen lo del Chupinazo con miles de motocicletas de ese modelo una al lado de la otra, fuimos degenerado en una conversación llena de chanzas, bromas y cachondeo.

Creo recordar que aún él viajó otra vez en busca de esa moto pero con resultado nulo. Desde el primero de los desplazamientos una cosa tuvimos clara y es que el interesado que devoraba aquellos foros de principio de internet nos dijo que todas aquellas Hondas que habían en venta estaban en Pamplona excepto aquellas que fuimos a buscar.

Después sacaron un modelo no hace muchos años posiblemente más mejorado por supuesto y más lógico con los tiempos que corren, correctos con la situación ambiental y con las mejoras en la parte ciclo, para los más puristas entre ellos este que escribe se incluye, les siguen gustando más aquella que hizo furor a comienzo de los 90 como moto excéntrica, desnuda y contundente con una pintura de dos tonos la más bonita, incluso se apropiaron del modelo blanco con pieza poligonal roja en el depósito de gasolina los creadores de Joe Bar Team, famoso y divertido comic de motards, para uno de sus personajes protagonistas. Curiosamente como la de nuestro amigo era plateada y amarilla, aún recuerdo verlo subido a ella, y le venía bien de talla, le menda mide más de 1,90 de altura y allí iba sumamente cómodo.

Y a día de hoy aún nos reímos mucho pensando en la capital navarra invadida de motocicletas del mismo modelo.

En cuanto al señor de la Yamaha TDM: viajaron a Sevilla a ver una moto un fin de semana y de paso hacer turismo pero en vez de alquilar un furgón y traérsela sí cuadraba el trato, como así fue, el hombre que ya había hecho el trato me estuvo una semana mareándome con que se la traía tal o cual empresa de portes.

Al fin la moto llegó, fuimos a verla al garaje.

A los cuatro días tuvo que cambiarle el motor, al supuesto mecánico que trasteó con la culata de aquella moto se le olvidó una llavecita de Allen y la pisó una válvula con un desastroso resultado, y tuvo suerte el hombre de que circulaba despacio y pudo parar, pero el motor no tuvo tanta.

Foto de Nasik Lababan en Pexels

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