*El siguiente texto lo hice tras ver unas cuantas noticias seguidas sobre una lacra que nos asola, son los cuatreros de hoy en día y gozan de una impunidad total, al ser «considerado» como un delito menor y mientras tanto redes de delincuentes se lucran mientras envían piezas allende de nuestras fronteras a ciertos países donde la las leyes son mas laxas y mientras acaban con las ilusiones de personas, mientras nadie hace nada. Espero que sirva para algo.

CARA.
Sentada en bordillo de la acera con la cabeza entre las piernas ya llevaba un rato sin llorar, no estaba segura sí porque decidió que no servía de nada o era que no le quedaban más lágrimas.
Pensaba que no sintió algo igual a esa sensación de impotencia desde que años atrás la guerrilla viniera a llevarse a los chicos de su olvidada aldea en lo escondido de la selva colombiana, entre ellos a su hermano Carmelo, ella se escondió y pudo sobrevivir, otros que alzaron la voz acabaron tumbados sobre un charco de sangre.
Ahora llevaba mucho tiempo en el “primer” mundo, iba amoldándose a una nueva vida en “La Madre Patria”, su endeble futuro se lo había labrado a base de largas jornadas limpiando en domicilios y comunidades de vecinos. Su único recurso tener una salud de hierro al igual que una fortaleza física increíble.
Cansada del transporte público pensó que podría aprovechar el tiempo mucho más comprándose un vehículo, ahorró, quitándose de comer y beber e hizo trabajos los sábados tarde y domingos, debía conseguir aquella cantidad, a ella no le darían un préstamo, vivía en el mundo económico de “lo negro».
Ya no se acordaba o no pretendía hacerlo en el instante del día en que fue al concesionario y compró aquella resultona moto blanca que le llevaría al trabajo entre el tráfico de la capital catalana.
Sólo la tuvo un día, y se la robaron. El sentimiento indescriptible al llegar al lugar dónde debería estar y un mudo antirrobo roto era el único testigo dentro de aquel garaje, eran las imágenes que le golpeaban una y otra vez. La policía tampoco le alivió mucho al hacer la denuncia, comenzaron diciéndole que aquello era normal al ser el modelo más popular de moto entre los ladrones, como sí hubiera tenido ella la culpa de elegirla, y que se robaban muchas; que se diese una vuelta por el barrio porque a veces las dejaban unos días en una calle cercana por si tenía instalado un GPS de búsqueda. Y tras rellenarla y firmar, le dieron una copia deseándole suerte.
Y allí estaba sin saber que hacer.
CRUZ.
Para Ishmail aquello era como un trabajo lo que estaba haciendo no representaba ningún esfuerzo, así como tampoco le causaba un conflicto moral o de valores, no se paraba a pensar en si aquello estaba mal o las repercusiones que tendría, en su país de origen además del componente religioso y su dualidad del bien y el mal de como se llevaba interiormente el cometer un delito cara a la espiritualidad cosa que abandonó al llegar a Europa.
Y luego estaba el castigo que sería ejemplar en aquel lugar arrastrando para siempre el estigma de haber sido un ladrón, aquí sí le cogían tenía derecho a tres comidas y cama un ambiente casi festivo, de hecho allí mismo aprendió la manera de atacar uno de aquellos antirrobos como el que acababa de romper hacía un rato que entre los “manguis» estaban tan desprestigiados por lo fáciles que eran de abrir, luego vendría una patada seca al manillar y roto el bloqueo únicamente quedaba sacarla del lugar y cuando la llevaran a la nave otra más para cobrar, buenos euros de su tajada particular.
Cuando cruzó el Estrecho de Gibraltar buscaba un porvenir mejor que el que tenia en aquel lugar inhóspito, la televisión le había brindado una imagen de Europa de lugar donde se cumplen los sueños, pensaba en ser panadero como había sido su padre y antes su abuelo, conocía todos los trucos para hacer un pan que no estaba visto en tierras españolas, podría funcionar se decía. Sí cuando iban a su ciudad los turistas se quedaban maravillados y compraban grandes cantidades de aquel famoso pan. Pero algo se torció.
Se encontraba allí nervioso, esperando la oportunidad para salir sin ser visto de aquel garaje, era un momento álgido y dónde podrían atraparle pero tampoco le preocupaba mucho, volvería a ver a su primo y a un par de amigos que estaban “adentro”. Dentro de su gremio aquello no estaba muy acosado por los policías.
Formaba parte de una “maquinaría” que tenía a su disposición mucha materia prima y un abanico grande de posibilidades, poca persecución y mucha demanda.
A veces se quedaba viendo los aparcamientos llenos a ambos lados de la avenida y se decía a sí mismo que eran como los campos que se cultivaban solos, y él y otros similares debían cosecharlos con avidez, si no al final estarían todas las aceras superpobladas de artilugios de dos ruedas, también si no lo cometía él otro lo vendría en su lugar.
Se abrió la puerta mecánicamente y entró un coche con rapidez, al momento sacó a empujones desde el oscuro rincón a la calle, apretó el paso y la ciudad se lo tragó
Así fue como otra motocicleta anónima entró en la triste lista de vehículos robados de La Ciudad Condal para diluirse al no ser encontrada.
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